¿Cómo es esto posible? Pues vivenciando la geometría desde lo más concreto y llevándola hacia lo más abstracto posible pasando por la invención de un relato a partir de una composición plástica con figuras geométricas.
Los niños tuvieron ocasión de inaugurar el foso de geometría y los compases gigantes y experimentar, a la manera del mundo griego y árabe antiguo, cómo se construye un círculo y una elipse.
Después de eso y a partir de una composición plástica colectiva fuimos creando una historia oral colectiva que decía más o menos así:
"Había una vez un robot padre que vivía con su hijo, el pequeño robot, en una casita rodeada por una pirca y frente a la cual estaba estacionado el auto del robot padre."
Donde ellos vivían brillaba todo el día el sol y por las noches pasaban cometas. El niño robot criaba un pajarito en una rama, al cual le construyó un tobogán para que jugara y se divirtiera.
Padre e hijo vivían muy felices."
Gracias al trabajo en conjunto de un profesor de matemáticas y una de educación poética pudimos integrar ambos campos del saber, en una actividad que resultó divertida e interesante para los niños.