Durante los
meses de septiembre y octubre estamos realizando un plan para fomentar la
lectura desde la escritura creativa con los cursos 2dos y 4tos de la Escuela Gabriela Mistral.
Este plan consiste en 15 minutos diarios de lectura silenciosa sostenida con cualquiera de los títulos de la colección
infantil de la Biblioteca y posteriormente una actividad de Educación Poética que los haga
comprender la literatura desde la creación.
En primer lugar, los niños y niñas eligen el libro que deseen leer de una amplia gama de posibilidades que se le ofrecen. El libro más apto para el niño de alrededor de 7 años es el libro álbum. En este tipo de libro se da la misma importancia tanto a la ilustración como al texto. Los textos son generalmente cortos, precisos y derrochan imaginación con sus historias simples pero fantásticas. Algunos pequeños llegaron bloqueados y no se atrevieron con títulos desconocidos y se aferraron a figuras de los medios como el dinosaurio Barney o la cenicienta de Walt Disney. No importa; la selección de libros debe ser surtida, de manera que cada niño y niña pueda elegir según su gusto y su estado lector. Ya habrá la oportunidad de atreverse con un título desconocido. Siempre se les debe dar la opción a los niños de elegir entre variedad de título.
Un libro es como un alimento y la mente que lo va a consumir sabe qué le conviene. En realidad, aunque soy partidaria de que las bibliotecas públicas estén bien surtidas de literatura escolar para que tengan acceso a ella los que la necesitan, yo discrepo del concepto de “lectura obligatoria”, me parece lo menos fomentador de la lectura que existe. La marca de la obligación es tan indeleble como lo es cuando te obligan a comer todos los días brócoli o zapallito porque alguien dice que es sano: a ti te carga que te obliguen a comer con chantajes y presiones; la hora del almuerzo suele convertirse en un drama para muchos niños. Invariablemente siendo adulto te resultará muy difícil comer los alimentos que te obligaron a comer en tu infancia.
Lo mismo ocurre con la lectura; si ésta es obligatoria (te van a poner nota, no encuentras el libro en la biblioteca, tu papá se queja del robo que le hicieron en la librería, el libro era aburrido o simplemente a ti te pareció que el protagonista era un tonto…en fin) difícil que se pueda llegar a leer con “ímpetu casi carnal”, como pedía nuestra Gabriela.
En nuestro plan
de fomento lecto-escritor cada participante tiene el derecho a leer lo que le
tinca, apasiona, interesa o llama la atención. Si no era el libro que buscaba pues
también tiene derecho a cambiarlo, eso sí, tendrá que explicar por qué no le
gustó.
Con los
4tos empezamos gradualmente a introducir otros tipos de textos como revistas
temáticas, enciclopedias y cómics, pues como ellos han pasado, o están a punto
de pasar, el rubicon (aquel momento infame pero inevitable entre los 8 y los 10
años en que el niño y la niña descubren que este mundo no es tan lindo ni tan
seguro como parecía antes), necesitan de literatura que los conecte con el
mundo real. Aparte de los cuentos y novelas aptos para su edad (mis favoritas
son la colección de Barco de Vapor y Alfaguara) es bueno que lean revistas y
enciclopedias con información de los temas que ellos encuentren interesante.
También se descubren algunos poetas a esta edad; no escatimar en entregarles lo
mejor de la poesía romántica universal o la surrealista; me he dado cuenta que
estas líneas de la poesía calan hondo en los espíritus infantiles alrededor del
rubicon.
Lo que sí
no me gusta mucho permitirles leer en nuestras horas de trabajo es el
Condorito. Sin menospreciar el valor de este popular cómic chileno, me parece
que hay que dejarlo sólo para el tiempo libre; no plantea casi ningún desafío a
la mente infantil y repite hasta el cansancio prejuicios chilenos de toda clase
(por eso es tan “accesible”). En esto pienso igual que la maestra Mistral y
es que “no educa nunca lo inferior” y hay que tener cuidado con confundir el
objetivo del fomento lector; se trata de que la lectura abra puertas y
ventanas, no que las cierre.
Lo importante siempre es conversar de lo leído. Un
lector es un ser solitario
hasta que se encuentra con otros lectores. El momento en que te encuentras con
alguien que ha disfrutado de la misma lectura que tú es uno de los más
gratificantes que existen. Compartir la vivencia solitaria de la lectura tiene
un lugar fundamental en nuestra propuesta; crea un vínculo de complicidad y, de
paso, desarrolla la expresión oral, pieza demasiado fundamental a la hora de
asentar cualquier proceso lecto-escritor. Por eso decía nuestra Gabriela que
hay que retrasar lo más posible la entrada de la letra a las mentes infantiles,
para reforzar la expresión oral.