Estamos convencidos de que la mejor base para desarrollar amor a la literatura parte desde el desarrollo de la oralidad en los niños y niñas. Que ellos aprendan a expresarse bien y que sepan encontrar las expresiones para comunicar adecuadamente sus sentimientos y pensamientos es un buen comienzo para en el camino de la lecto-escritura.
¿Pero qué expresión oral existirá si la educación no valora el diálogo y la conversación? Si no hay un adulto interesado en lo que el niño y la niña tienen por decir, difícilmente podremos fomentar el escucharse unos a otros en una sala de clases. Un buen clima escolar parte por el facilitar la posibilidad de la expresión auténtica (es decir, que se hablen de temas con algún sentido para el niño y la niña) como también el ambiente de respeto para escuchar al otro. Nada más difícil en educación que aquello ¿no?. Pues no hay que desistir de esta sana y en franca retirada costumbre de escuchar y ser escuchados, de argumentar y respetar la argumentación del otro sin alteraciones.
Pensamos que no hay que desechar ocasiones como las fiestas patrias para hablar de cosas interesantes como una ida al circo, una carrera de caballos a la chilena o la supremacía de la empanada por sobre el choripán en las fiestas familiares de la semana nacional.
A nosotros la conversación sobre el 18 nos dio pie para escribir ONCES (poemas de 11 palabras) colectivos que fueron después editados en papel reciclado por niños y niñas de 2do y 4to básico de la Escuela Gabriela Mistral.
Así introdujimos una forma lírica que es replicable en cualquier ocasión y que puede actuar como síntesis de cualquier tema que se trate en el aula, ya sea de la experiencia personal, de la asignatura que se esté tratando o para expresar en forma sucinta alguna emoción o sentimiento.
La poesía es condensación, el poeta elige de una variedad inmensa de sentidos justo aquél que expresa con lo mínimo, lo máximo.Se puede partir de un color y llegar a atisbar misterios insondables para el ser humano.
O descubrir, como Alexis de 9 años, que después de un viaje a Santiago se tienen muchas cosas que decir y que la poesía es una buena forma de hacerlo.