"Lo cotidiano se levante hasta el plano de la belleza."


12.18.2012

El cuento de los 3 mosqueteros de Montegrande

Esta es la historia de los 3 mosqueteros que por ser demasiado fieros terminaron siendo cocineros.
Ocurre en Montegrande, aldea elquina de 400 habitantes. Una tarde cualquiera de calor, en que la amistad triunfó sobre el sopor...



Les presento a Wilson-Athos, Guillermo-Porthos y Gabriel-Aramis, junto a Yamil-D'Artagnan y la mascota Zen. La que mira es Ale de Bergerac.
Ellos acaban de absolver una hora de papel reciclado y de trenzarse en una reñida competencia de avioncitos de papel. 
No sólo ganaba el más veloz sino el mejor poema escrito en el avioncito. El jurado fue Ale-Bergerac y falló a favor del siguiente poema:
    
Aquí se ve que no sólo de pan vive el hombre.
El premio sería un cubo de hielo de huesillo, de esos exquisitos que se venden en la biblioteca MonteGabriela, para cada uno de los que llegaran a direccionar el avioncito directo a la famosa nariz de Ale-Bergerac.

"Con la poesía todos ganamos" dice la mascota Zen.
Pero los 3 mosquetero y sus amigos tenían otro plan; visitar la huerta de MonteGabriela.
En este valle con un poco de agua y dedicación todo se da de manera hermosa. O como escribió Gabriela de la huerta de Lucía:

Por eso te atajo cuando
te allegas a hierbas malas.
Esta Patria que nos dieron
apenas cría cizañas,
gracias le daba al Señor
por todo y por esta hazaña.
Le agradecía la lluvia,
el buen sol, la trebolada,
la lluvia, la nieve, el viento
norte que nos trae el agua.
Le agradecía los pájaros,
la piedra en que descansaba,
y el regreso del buen tiempo.

Todo lo llamaba "gracia". 

¡Miren que hermosos se darán nuestros tomates!
Los 3 mosqueteros & co. se pusieron manos a la obra. La ocasión ameritaba el trabajo en conjunto...

¡Atención! Wilson- Athos va a cosechar una lechuga.


Guillermo-Porthos trabaja y disfruta al mismo tiempo como buen mosquetero que es.
¡Qué diría Gabriela si viera a sus niños montegrandinos jugar y cosechar la huerta!

 ¿Y para qué cosechar la huerta? Pues para preparar entre todos una exquisita ensalada fresca.


Un buen mosquetero puede ser algo fiero pero jamás se dirá de él que es un mal cocinero.

El arte de picar lechugas

¿Quién dijo que un mosquetero tenía que ser siempre fiero? también puede ser muy  dulce.
 Cuando el equipo trabaja unido el resultado es óptimo pero además: ¡pucha que es entretenido!


Concentrarse para cumplir a la perfección la tarea.
 Todos colaboran, todos sazonan, todos comparten un momento único y diferente y, antes que nada: será delicioso.

Al final de esta historia, como en cualquier otra siempre hay una moraleja que rescatar:

"Por mucho que seas un mosquetero
y te digan pendenciero
y te insulten con que eres fiero
siempre puedes ser un buen cocinero
y decir con comida: te quiero."
(creación colectiva)  



Nada más rico que comer...

...y dar de comer.

Así termina esta historia de los 3 mosqueteros de Montegrande, historia que pasó por un zapatito roto y quizás, si Dios quiere, mañana te cuente otro.